¿EL HOMBRE ES PARA LA TIERRA O LA TIERRA PARA EL HOMBRE?
A pesar de los muchos esfuerzos que se realizan por parte de algunas organizaciones a fin de interesarnos por el lugar en el que habitamos y del que obtenemos nuestra subsistencia, la apatía hacia nuestro planeta y hacia los problemas medio ambientales que lo aquejan siguen en aumento.
Gran parte de los seres humanos no hemos llegado al entendimiento de que cada cosa en este mundo está estrechamente relacionada con la otra, así, una especie con otra o incluso lo biótico con lo abiótico, si no que hemos emprendido la carrera del consumismo salvaje y de la producción “eficiente” en la que buscamos el máximo beneficio del planeta, sin hacer muchos esfuerzos.
Lo anterior nos ha llevado al punto de un estilo de vida totalmente irracional, que atenta contra nosotros mismos, ya que con el ánimo de volvernos “civilizados” nos hemos desprendido del cuidado de la Tierra, olvidando que somos solo una parte de la gran comunidad de este planeta y que, como tal, podemos beneficiarnos de él, pero que también es nuestro deber contribuir a su sostenibilidad.
¿Realmente somos el centro del Universo?
En la época medieval, la cultura renacentista promulgó el antropocentrismo, doctrina según la cual, el hombre es medida y centro de todas las cosas, por lo que los intereses de los seres humanos deben recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa.
Este pensamiento, aforado en parte por la religión, persiste en el tiempo y hace que nos concentremos en la prevalencia del hombre como señor y amo de toda la creación, libre para disponer de ella a su antojo.
Una de las críticas a este postulado es habernos llevado un “especismo” en el cual solo los seres humanos merecen una consideración moral, descartando a otras especies, y obviando la principal enseñanza de la naturaleza: el principio de cooperación y contribución entre los diferentes reinos.
¿A dónde nos ha llevado esa identidad? ¿Seguiremos mirándonos como seres individualmente considerados o comenzaremos a vernos como parte de un sistema complejo que se relaciona entre sí?
Universos hacia adentro, universos hacia afuera
Si bien la doctrina antropocéntrica nos llevó a reconocer la importancia del hombre en el universo, nos impuso un nuevo desafío: el utilizar la inteligencia que poseemos para solventar las situaciones ecológicas dramáticas a las que hemos llegado.
La visión del ser humano debe extenderse al universo que se encuentra dentro de él, allí podrá encontrar un ejemplo de contribución y cooperativismo, ya que el cuerpo humano es un universo perfecto y echa mano de cada uno de las células, órganos y tejidos que lo conforman.
Así mismo deberíamos ver el universo de afuera, como un conjunto de energías, elementos, seres simples y complejos, que estamos todos interconectados y, por eso, somos interdependientes. Uno cooperando con el otro para vivir.
Queramos o no, gracias a esta red interdependiente hemos llegado hasta aquí, y solo ella nos ayudará a salir de la crisis ecológica en la que nos encontramos y a tener un nuevo comienzo.
Siendo parte de la red
En cada ser del universo prevalecen dos tendencias básicas: una el individualismo y otra el integracionismo. En el caso del hombre, si no nos afirmamos como especie corremos el riesgo de desaparecer, pero si no nos integramos a la red del planeta como la mayor fuente de energía, este también se debilitará y tendrá tendencia a desaparecer.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante equilibrar estas dos tendencias y para ello la naturaleza nos enseña a ser siempre co-creadores. A continuación, algunas contribuciones posibles que podemos dar a nuestro maltrecho planeta:
1. Plantar un árbol o en su defecto, una planta. Podrás recibir su oxígeno, su sombra, o podrás usarlo como medicina o condimento de tus comidas, y a la vez estarás contribuyendo a purificar el aire, formar suelos fértiles, evitar erosión, mantener ríos limpios o crear refugios para la flora y fauna.
2. Come menos carne. Puedes incluir en tus hábitos alimenticios el consumo de proteínas vegetales (que son más fácilmente absorbibles por tu cuerpo) o realizar detox en algunos días del mes, así reducir el consumo de carne y con ello contribuir a mantener las reservas de agua del planeta estables.
3. Ve caminando al trabajo. Sin duda esto tendrá repercusiones positivas sobre tu salud, pero si no puedes, usa la bicicleta o el transporte público, varias veces al año. Es sano para ti y para el medio ambiente.
4. Recicla. Imprime lo necesario, rechaza las bolsas de plástico, reutiliza los envases, lleva todos los residuos a los puntos de reciclaje y convierte este ejercicio en un verdadero encuentro familiar.
5. Disfruta. Date un paseo en familia por el campo o un jardín cercano para descubrir sin prisas lo que te ofrece la naturaleza. Deléitate con los paisajes, animales, el color de las flores, en fin, con la vida natural.
6. Ama. Amate, ama tu entorno, a tu gente, a tu mascota. Todos somos parte de la Madre Tierra.
Con estos sencillo pasos estaremos más cerca de volver a nuestro lugar en el planeta, al final la tierra es para el hombre y el hombre para la tierra.
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